jueves, 5 de noviembre de 2015

Amantes de mis cuentos: El marqués de Tiedra


Ermita de Tiedra
“Hay un Ángel Alonso que es de Tiedra y no es Marqués”

Así comenzaba un artículo en uno de los periódicos de mayor tirada en la Isla de Cuba. Y vino a cuento, cuando un periodista entró en el Café Paris de La Habana, situado en la esquina de la calle Obispo y San Ignacio, para refrescarse y descansar a esa hora de la tarde en la que el calor es tan intenso que para no derretirse hace falta sombra y asiento.

No había muchos parroquianos en el café por lo que comenzó a charlar con el dueño del local, que no era otro que Ángel Alonso, hijo de Bruno y Candelaria, todos oriundos de Tiedra que por azares de la vida, se llamaba igual y era del mismo pueblo que el famoso marqués.

Al periodista de marras le parecía casi imposible que hubiera otro Ángel Alonso, de Tiedra, que trabajase como todo hijo de buen vecino. Menos mal que allí estaba otro tiedrano, Gabriel Carvajosa, que corroboró la veracidad de su nombre.

Y es que, un día sí y otro también, los Marqueses de Tiedra salían en todas aquellas revistas que detallaban los ecos de la sociedad cubana. No había acto en el que no estuvieran presentes.

Ángel Alonso, el marqués, era hermano de “La Gorda” del Parador. Emigró a Cuba siendo muy joven, con suerte y trabajo se hizo de una pequeña fortuna, se casó con Leticia de Arribas, joven cubana de familia pudiente con la que tuvo un hijo. En uno de sus viajes a España, conversando con D. José María, el cura, se enteró que el título de Marqués de Tiedra estaba desierto y haciendo las gestiones oportunas ante el Ministerio correspondiente en Madrid compró el Marquesado. En parco agradecimiento por esa información, que le cambió la vida, le regaló al cura un pequeño cáliz.

 
Con el título bajo el brazo y los bolsillos llenos regresó a La Habana a vivir con el boato que su nuevo status requería. Y lo consiguió. El dinero unido al título fue el acicate para subir y llegar a esa escala social que imagino no le pasó por la mente cuando en su primer viaje arribó en alpargatas a las costas cubanas en busca de un porvenir.




Castillo de Tiedra Vieja



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